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viernes, 10 de octubre de 2008
Los Cuatro Acuerdos
Este libro se trata de sabiduria de como se puede mejorar la vida.
Aqui les dejo un acuerdo. Leeanlo y analisenlo
EL PRIMER ACUERDO
¨¨Sé impecable con tus palabras¨¨
El Primer Acuerdo es el más importante y también el más difícil
de cumplir. Es tan importante que sólo con él ya serás capaz de
alcanzar el nivel de existencia que yo denomino “el cielo en la
tierra”.
El Primer Acuerdo consiste en ser impecable con tus palabras.
Parece muy simple, pero es sumamente poderoso.
¿Por qué tus palabras? Porque constituyen el poder que tienes
para crear. Son un don que proviene directamente de Dios. En
la Biblia, el Evangelio de San Juan empieza diciendo: “En el
principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo
era Dios”. Mediante las palabras expresas tu poder creativo, lo
revelas todo. Independientemente de la lengua que hables, tu
intención se pone de manifiesto a través de las palabras. Lo que
sueñas, lo que sientes y lo que realmente eres, lo muestras por
medio de las palabras.
No son sólo sonidos o símbolos escritos. Son una fuerza;
constituyen el poder que tienes para expresar y comunicar, para
pensar y, en consecuencia, para crear los acontecimientos de tu
vida. Puedes hablar. ¿Qué otro animal del planeta puede
hacerlo? Las palabras son la herramienta más poderosa que
tienes como ser humano, el instrumento de la magia. Pero son
como una espada de doble filo: pueden crear el sueño más
bello o destruir todo lo que te rodea. Uno de los filos es el uso
erróneo de las palabras, que crea un infierno en vida. El otro es
la impecabilidad de las palabras, que sólo engendrará belleza,
amor y el cielo en la tierra. Según cómo las utilices, las palabras
te liberarán o te esclavizarán aún más de lo que imaginas. Toda
la magia que posees se basa en tus palabras. Son pura magia,
y si las utilizas mal, se convierten en magia negra.
Esta magia es tan poderosa, que una sola palabra puede
cambiar una vida o destruir a millones de personas. Hace años,
en Alemania, mediante el uso de las palabras, un hombre
manipuló a un país entero de gente muy inteligente. Los llevó a
una guerra mundial sólo con el poder de sus palabras.
Convenció a otros para que cometieran los más atroces actos
de violencia. Activó el miedo de la gente, y de pronto, como una
gran explosión, empezaron las matanzas y el mundo estalló en
guerra. En todo el planeta los seres humanos han destruido a
otros seres humanos porque tenían miedo. Las palabras de
Hitler, que se basaban en creencias y acuerdos generados por
el miedo, serán recordadas durante siglos.
La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente
se están plantando semillas. Las semillas son opiniones,
ideas y conceptos. Tú plantas una semilla, un pensamiento, y
éste crece. Las palabras son como semillas, ¡y la mente
humana es muy fértil! El único problema es que, con demasiada
frecuencia, es fértil para las semillas del miedo. Todas las
mentes humanas son fértiles, pero sólo para la clase de semilla
para la que están preparadas. Lo importante es descubrir para
qué clase de semillas es fértil nuestra mente, y prepararla para
recibir las semillas del amor.
Fíjate en el ejemplo de Hitler: Sembró todas aquellas semillas
de miedo, que crecieron muy fuertes y consiguieron una
extraordinaria destrucción masiva. Teniendo en cuenta el
pavoroso poder de las palabras, debemos comprender cuál es
el poder que emana de nuestra boca. Si plantamos un miedo o
una duda en nuestra mente, creará una serie interminable de
acontecimientos. Una palabra es como un hechizo, y los
humanos utilizamos las palabras como magos de magia negra,
hechizándonos los unos a los otros imprudentemente.
Todo ser humano es un mago, y por medio de las palabras,
puede hechizar a alguien o liberarlo de un hechizo. Continuamente
estamos lanzando hechizos con nuestras opiniones. Por
ejemplo, me encuentro con un amigo y le doy una opinión que
se me acaba de ocurrir. Le digo: “¡Mmmm! Veo en tu cara el
color de los que acaban teniendo cáncer”. Si escucha esas
palabras y está de acuerdo, desarrollará un cáncer en menos de
un año. Ese es el poder de las palabras.
Durante nuestra domesticación, nuestros padres y hermanos
expresaban sus opiniones sobre nosotros sin pensar. Nosotros
nos creíamos lo que nos decían y vivíamos con el miedo que
nos provocaban sus opiniones, como la de que no servíamos
para nadar, para los deportes o para escribir. Alguien da una
opinión y dice: “¡Mira qué niña tan fea!”. La niña lo oye, se cree
que es fea y crece con esa idea en la cabeza. No importa lo
guapa que sea; mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es
fea. Estará bajo ese hechizo.
Las palabras captan nuestra atención, entran en nuestra mente
y cambian por entero, para bien o para mal, nuestras creencias.
Otro ejemplo: Quizás pienses que eres estúpido, y tal vez lo
hayas creído desde siempre. Este acuerdo es muy difícil de
romper, y es posible que te lleve a realizar muchas cosas con el
único fin de convencerte de que realmente eres estúpido.
Puede que hagas algo y te digas a ti mismo: “Me gustaría ser
inteligente, pero debo de ser estúpido, porque si no lo fuera, no
habría hecho esto”. La mente se mueve en cientos de
direcciones diferentes y podríamos pasarnos días enteros
atrapados únicamente por la creencia en nuestra propia
estupidez.
Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace
saber que no eres estúpido. Crees lo que esa persona dice y
llegas a un nuevo acuerdo. Y el resultado es que dejas de
sentirte o de actuar como un estúpido. Se ha roto todo el
hechizo sólo con la fuerza de las palabras. Y a la inversa, si
crees que eres estúpido y alguien capta tu atención y te dice:
“Sí, realmente eres la persona más estúpida que jamás he
conocido”, el acuerdo se verá reforzado y se volverá todavía
mas firme.
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Veamos ahora lo que significa la palabra “impecabilidad”.
Significa “sin pecado”. “Impecable” proviene del latín pecatus,
que quiere decir “pecado”. El im significa “sin”, de modo que
“impecable” quiere decir “sin pecado”. Las religiones hablan del
pecado y de los pecadores, pero entendamos qué significa
realmente pecar. Un pecado es cualquier cosa que haces y que
va contra ti. Todo lo que sientas, creas o digas que vaya contra
ti es un pecado. Vas contra ti cuando te juzgas y te culpas por
cualquier cosa. No pecar es hacer exactamente lo contrario. Ser
impecable es no ir contra ti mismo. Cuando eres impecable,
asumes la responsabilidad de tus actos, pero sin Juzgarte ni
culparte.
Desde este punto de vista, todo el concepto de pecado deja de
ser algo moral o religioso para convertirse en una cuestión de
puro sentido común. El pecado empieza con el rechazo de uno
mismo. El mayor pecado que cometes es rechazarte a ti mismo.
En términos religiosos, el autorrechazo es un “pecado mortal”,
es decir que te conduce a la muerte. En cambio, la
impecabilidad te conduce a la vida.
Ser impecable con tus palabras es no utilizarlas contra ti mismo.
Si te veo en la calle y te llamo estúpido, puede parecer que
utilizo esa palabra contra ti, pero en realidad la utilizo contra mí
mismo, porque tú me odiarás por ello y tu odio no será bueno
para mí. Por lo tanto, si me enfurezco y con mis palabras te
envío todo mi veneno emocional, las estoy utilizando en mi
contra.
Si me amo a mí mismo, expresaré ese amor en mis relaciones
contigo y seré impecable con mis palabras, porque la acción
provoca una reacción semejante. Si te amo, tú me amarás. Si te
insulto, me insultarás. Si siento gratitud por ti, tu la sentirás por
mí. Si soy egoísta contigo, tú lo serás conmigo. Si utilizo mis
palabras para hechizarte, tú emplearás las tuyas para
hechizarme a mí.
Ser impecable con tus palabras significa utilizar tu energía
correctamente, en la dirección de la verdad y del amor por ti
mismo. Si llegas a un acuerdo contigo para ser impecable con
tus palabras, eso bastará para que la verdad se manifieste a
través de ti y limpie todo el veneno emocional que hay en tu
interior. Pero llegar a este acuerdo es difícil, porque hemos
aprendido a hacer precisamente todo lo contrario. Hemos
aprendido a hacer de la mentira un hábito al comunicarnos con
los demás, y aún más importante, al hablar con nosotros
mismos. No somos impecables con nuestras palabras.
En el infierno, el poder de las palabras se emplea de un modo
totalmente erróneo. Las usamos para maldecir, para culpar,
para reprochar, para destruir. También las utilizamos
correctamente, por supuesto, pero no lo hacemos muy a
menudo. Por lo general, empleamos las palabras para propagar
nuestro veneno personal: para expresar rabia, celos, envidia y
odio. Las palabras son pura magia -el don más poderoso que
tenemos como seres humanos- y las utilizamos contra nosotros
mismos. Planeamos vengarnos y creamos caos con las
palabras. Las usamos para fomentar el odio entre las distintas
razas, entre diferentes personas, entre las familias, entre las
naciones... Hacemos un mal uso de las palabras con gran
frecuencia, y así es como creamos y perpetuamos el sueño del
infierno. Con el uso erróneo de las palabras, nos perjudicamos
los unos a los otros y nos mantenemos mutuamente en un
estado de miedo y duda. Dado que las palabras son la magia
que poseemos los seres humanos y su uso equivocado es
magia negra, utilizamos la magia negra constantemente sin
tener la menor idea de ello.
Por ejemplo, había una vez una mujer inteligente y de gran
corazón. Esta mujer tenla una hija a la que adoraba. Una noche
llegó a casa después de un duro día de trabajo, muy cansada,
tensa y con un terrible dolor de cabeza. Quería paz y
tranquilidad, pero su hija saltaba y cantaba alegremente. No era
consciente de cómo se sentía su madre; estaba en su propio
mundo, en su propio sueño. Se sentía de maravilla y saltaba y
cantaba cada vez más fuerte, expresando su alegría y su amor.
Cantaba tan fuerte que el dolor de cabeza de su madre aún
empeoró más, hasta que, en un momento determinado, la
madre perdió el control. Miró muy enfadada a su preciosa hija y
le dijo: “¡Cállate! Tienes una voz horrible. ¿Es que no puedes
estar callada”?.
Lo cierto es que, en ese momento, la tolerancia de la madre
frente a cualquier ruido era inexistente; no era que la voz de su
hija fuera horrible. Pero la hija creyó lo que le dijo su madre y
llegó a un acuerdo con ella misma. Después de esto ya no
cantó más, porque creía que su voz era horrible y que
molestaría a cualquier persona que la oyera. En la escuela se
volvió tímida, y si le pedían que cantase, se negaba a hacerlo.
Incluso hablar con los demás se convirtió en algo difícil. Eñe
nuevo acuerdo hizo que todo cambiase para esa niña: creyó
que debía reprimir sus emociones para que la aceptasen y la
amasen.
Siempre que escuchamos una opinión y la creemos, llegamos a
un acuerdo que pasa a formar parte de nuestro sistema de
creencias. La niña creció, y aunque tenía una bonita voz, nunca
volvió a cantar. Desarrolló un gran complejo a causa de un
hechizo, un hechizo lanzado por la persona que más la quería:
su propia madre, que no se dio cuenta de lo que había hecho
con sus palabras. No se dio cuenta de que había utilizado
magia negra y había hechizado a su hija. Desconocía el poder
de sus palabras, y por consiguiente no se la puede culpar. Hizo
lo que su propia madre, su padre y otras personas habían
hecho con ella de muchas maneras diferentes: utilizar mal sus
palabras.
¿Cuántas veces hacemos lo mismo con nuestros propios hijos?
Les lanzamos opiniones de este tipo y ellos cargan con esa
magia negra durante años y años. Las personas que nos
quieren emplean magia negra con nosotros, pero no saben lo
que hacen. Por ello debemos perdonarlos, porque no saben lo
que hacen.
Otro ejemplo: Te despiertas por la mañana sintiéndote muy
contenta. Te sientes tan bien, que te pasas dos horas delante
del espejo arreglándote. Entonces, una de tus mejores amigas
te dice: “¿Qué te ha pasado? Estás horrorosa. Mira tu vestido;
haces el ridículo”. Ya está; con eso es suficiente para enviarte a
lo más profundo del infierno. Quizás esa amiga te hizo este
comentario sólo para herirte, y lo consiguió. Te dio una opinión
que llevaba tras ella todo el poder de sus palabras. Si aceptas
esa opinión, se convierte en un acuerdo, y entonces tú misma
pones todo tu poder en esa opinión, que se convierte en magia
negra.
Los hechizos de este tipo son difíciles de romper. La única
manera de deshacer un hechizo es llegar a un nuevo acuerdo
que se base en la verdad. La verdad es el aspecto más
importante del hecho de ser impecable con tus palabras. La
espada tiene dos filos: en uno están las mentiras que crean la
magia negra, y en el otro, está la verdad que tiene el poder de
deshacer los hechizos. Sólo la verdad nos hará libres.
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Considera las relaciones humanas diarias, e imagínate cuántas
veces nos lanzamos hechizos los unos a los otros con nuestras
palabras. Con el tiempo, esto se ha convertido en la peor forma
de magia negra: son los chismes.
Los chismes son magia negra de la peor clase, porque son puro
veneno. Aprendimos a contar chismes por acuerdo. De niños,
escuchábamos a los adultos que nos rodeaban chismorrear sin
parar y expresar abiertamente su opinión sobre otras personas.
Incluso opinaban sobre gente a la que no conocían. Mediante
esas opiniones, transferían su veneno emocional, y nosotros
aprendimos que esta era la manera normal de comunicarse.
Contar chismes se ha convertido en la principal forma de
comunicación en la sociedad humana. Es la manera que
utilizamos para sentirnos cerca de otras personas, porque ver
que alguien se siente tan mal como nosotros, nos hace sentir
mejor.
Hay una vieja expresión que dice: “A la miseria le gusta estar
acompañada”, y la gente que sufre en el infierno no quiere estar
sola. El miedo y el sufrimiento son un aspecto importante del
sueño del planeta; son la razón de que ese sueño nos continúe
reprimiendo.
Si hacemos una analogía y comparamos la mente humana con
un ordenador, el chismorreo es comparable a un virus
informático, que no es más que un programa escrito en el
mismo lenguaje que los demás, pero con una intención dañina.
Se introduce en el ordenador cuando menos te lo esperas, y en
la mayoría de los casos, sin que ni siquiera te des cuenta. Una
vez se ha introducido en él, tu ordenador no va demasiado bien
o no funciona en absoluto, porque todo se lía y hay tal cantidad
de mensajes contradictorios que resulta imposible obtener
resultados satisfactorios.
El chismorreo entre los seres humanos funciona de la misma
manera. Por ejemplo, empiezas un curso con un nuevo
profesor; es algo que esperabas desde hace mucho tiempo. El
primer día te encuentras con alguien que anteriormente asistió a
ese curso y te dice: “¡Ese profesor es un pedante y un pelmazo!
No tiene ni idea, y además, es un pervertido, de modo que ve
con cuidado”.
Las palabras de esa persona y las emociones que te transmitió
cuando te hizo este comentario se te quedan inmediatamente
grabadas; sin embargo, no eres consciente de qué motivos
tenía para hacértelo. Quizás estaba enfadada por haber
suspendido, o simplemente hacía suposiciones fundamentadas
en el miedo y los prejuicios. Pero dado que has aprendido a
ingerir información como un niño, parte de ti cree el chisme. Y
en la clase, mientras el profesor habla, sientes que el veneno
aparece en tu interior y te resulta imposible comprender que lo
ves a través de los ojos de la persona que te fue con el chisme.
Entonces, empiezas a hablar de ello con los otros integrantes
del curso, hasta que acaban por ver al profesor del mismo
modo: como un pelmazo y un pervertido. Realmente no
soportas estar ahí, y pronto decides dejar de ir. Culpas al
profesor, pero el culpable es el chisme.
Un pequeño virus informático es capaz de generar un lío de
este tipo. Una mínima información errónea puede estropear la
comunicación entre las personas e infectar a todos aquellos que
toca, que a su vez contagian a más gente. Imagínate que
cuando otras personas te cuentan chismes, introducen virus
informáticos en tu mente que hacen que pienses cada vez con
menor claridad. Después imagina que, en un esfuerzo por
aclarar tu propia confusión y para aliviarte del veneno, tú
también chismorreas y contagias estos virus a otras personas.
Ahora, imagínate que esta pauta prosigue en una cadena
interminable entre todos los seres humanos de la Tierra. El
resultado es un mundo lleno de personas que sólo pueden
obtener información a través de circuitos que están obstruidos
por un virus venenoso y contagioso. Una vez más, este virus es
lo que los toltecas denominaron mitote el caos de miles de
voces distintas que intentan hablar al mismo tiempo en la
mente.
Aún peores son los magos negros o “piratas informáticos”, que
extienden el virus intencionadamente. Recuerda alguna ocasión
en la que tú mismo (o alguien que conozcas) estabas furioso
con otra persona y deseabas vengarte de ella. Para hacerlo, le
dijiste algo con la intención de esparcir el veneno y conseguir
que se sintiera mal consigo misma. De niños actuamos de este
modo casi sin darnos cuenta, pero a medida que vamos
creciendo, nuestros esfuerzos por desprestigiar a la gente son
mucho más calculados. Entonces, nos mentimos a nosotros
mismos y nos decimos que la persona en cuestión recibió un
justo castigo por su maldad.
Cuando contemplamos el mundo a través de un virus
informático, resulta fácil justificar incluso el comportamiento más
cruel. No somos conscientes de que el mal uso de nuestras
palabras nos hace caer más profundamente en el infierno.
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Durante años, las palabras de los demás nos han transmitido
chismes y nos han lanzado hechizos, pero lo mismo ha hecho la
manera en que utilizamos las palabras con nosotros mismos.
Nos hablamos constantemente, y la mayor parte del tiempo
decimos cosas como: “Estoy gordo. Soy feo. Me hago viejo. Me
estoy quedando calvo. Soy estúpido, nunca entiendo nada.
Nunca seré lo suficientemente bueno. Nunca seré perfecto”.
¿Ves de qué modo utilizamos las palabras contra nosotros
mismos? Es necesario que empecemos a comprender lo que
son las palabras y lo que hacen. Si entiendes el Primer Acuerdo
(Sé impecable con tus palabras), verás cuántos cambios
ocurren en tu vida. En primer lugar, cambios en tu manera de
tratarte y en tu forma de tratar a otras personas, especialmente
aquellas a las que más quieres.
Piensa en las innumerables veces que has explicado chismes
sobre el ser que más amas para conseguir que otras personas
apoyasen tu punto de vista. ¿Cuántas veces has captado la
atención de otras personas y has esparcido veneno sobre un
ser amado para hacer que tu opinión pareciese correcta? Tu
opinión no es más que tu punto de vista, y no tiene por qué ser
necesariamente verdad. Tu opinión proviene de tus creencias,
de tu ego y de tu propio sueño. Creamos todo ese veneno y lo
esparcimos entre otras personas sólo para sentir que nuestro
punto de vista es correcto.
Si adoptamos el Primer Acuerdo y somos impecables con
nuestras palabras, cualquier veneno emocional acabará por
desaparecer de nuestra mente y dejaremos de transmitirlo en
nuestras relaciones personales, incluso con nuestro perro 0
nuestro gato.
La impecabilidad de tus palabras también te proporcionará
inmunidad frente a cualquier persona que te lance un hechizo.
Solamente recibirás una idea negativa si tu mente es un campo
fértil para ella.
Cuando eres impecable con tus palabras, tu mente deja de ser
un campo fértil para las palabras que surgen de la magia negra,
pero sí lo es para las que surgen del amor. Puedes medir la
impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima.
La cantidad de amor que sientes por ti es directamente
proporcional a la calidad e integridad de tus palabras. Cuando
eres impecable con tus palabras, te sientes bien, eres feliz y
estás en paz.
Puedes trascender el sueño del infierno sólo con llegar al
acuerdo de ser impecable con tus palabras. Ahora mismo estoy
plantando una semilla en tu mente. Que crezca o no, dependerá
de lo fértil que sea tu mente para recibir las semillas del amor.
Tú decides si llegas o no a establecer este acuerdo contigo
mismo: Soy impecable con mis palabras. Nutre esta semilla, y a
medida que crezca en tu mente, generará más semillas de amor
que reemplazarán a las del miedo.
El Primer Acuerdo cambiará el tipo de semillas para las que tu
mente resulta fértil.
Sé impecable con tus palabras. Este es el primer acuerdo al que
debes llegar si quieres ser libre, ser feliz y trascender el nivel de
existencia del infierno. Es muy poderoso. Utiliza tus palabras
apropiadamente. Empléalas para compartir tu amor. Usa la
magia blanca empezando por ti. Dite a ti mismo que eres una
persona maravillosa, fantástica. Dite cuánto te amas. Utiliza las
palabras para romper todos esos pequeños acuerdos que te
hacen sufrir.
Es posible. Lo es porque yo mismo lo hice y no soy mejor que
tú. Somos exactamente iguales. Tenemos el mismo tipo de
cerebro, el mismo tipo de cuerpo; somos seres humanos. Si yo
fui capaz de romper esos acuerdos y crear otros nuevos,
también tú puedes hacerlo. Si yo soy impecable con mis
palabras, ¿por qué no tú? Este acuerdo, por sí solo, es capaz
de cambiar toda tu vida. La impecabilidad de tus palabras te
llevará a la libertad personal, al éxito y a la abundancia; hará
que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y alegría.
Imagínate lo que es posible crear sólo con la impecabilidad de
las palabras. Trascenderás el sueño del miedo y llevarás una
vida diferente. Podrás vivir en el cielo en medio de miles de
personas que viven en el infierno, porque serás inmune a él.
Alcanzarás el reino de los cielos con este acuerdo: Sé
impecable con tus palabras.
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